Acudir a los Toros en El Puerto es mucho más que asistir simplemente a un buen espectáculo taurino. Razón tenía Joselito cuando dijo aquella famosa frase que recuerda un colorista azulejo en la puerta principal de la Plaza: «Quien no ha visto toros en El Puerto, no sabe lo que es un día de toros».

Forma su planta un polígono regular de sesenta lados, con un diámetro de 99’80 metros; superficie repartida entre una galería exterior, un anillo a doble planta que ocupan los palcos y las gradas cubiertas, y la escalonada zona de tendidos, con un total de dieciséis filas; el aforo supera las doce mil localidades. El redondel de 60 metros de diámetro -uno de los más amplios que existe- queda separado de los espectadores por dos metros de callejón de barrera. Pero aún no son las dimensiones lo más importante que destacar; sino, sobre todo, esa alegría luminosa y colorista, ese «duende» misterioso que da esa gracia arquitectónica, a la Fiesta taurina en esta ciudad un aire especial.

Fue construida por una Compañía, integrada por un grupo de ilustres patricios a quienes presidía D. Tomás Osborne Böhl de Faber -descendiente de la familia de la ilustre escritora Fernán Caballero-. Con motivo de la celebración del Centenario de la Plaza, se le dedicó otro azulejo, frente por frente al que recuerda la inolvidable frase de Joselito «El Gallo». La inauguración tuvo lugar los días 5 y 6 de junio de 1880 con una doble corrida en la que Antonio Carmona «Gordito» y Rafael Molina «Lagartijo».

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REAL PLAZA DE TOROS

Plaza Elías Ahuja, El Puerto de Santa María

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